Misión Nueva Pompeya, 4 de marzo de 2013.
"Una mirada desde afuera sobre el Impenetrable"
Hace unos años que en diferentes oportunidades pude venir a la Argentina, donde me crucé con mucha gente diferente. Habiendo nacido en Italia, he podido conocer también muchos otros países y regiones. Es así que tuve la suerte - imposible para cualquier turista - de recorrer El Impenetrable con personas que desde hace años viven, trabajan y aman esta tierra. Ellos me permitieron abandonar los largos caminos rectilíneos que parten el monte como cuchillos y entrar a las angostas y sinuosas picadas descubriendo así un mundo que no está señalado en ningún mapa.
Conocí a cientos de parajes, cada uno con su familia, su historia y sus anécdotas. Me enteré de lo que es en la realidad la cultura criolla -una cultura mucho más compleja de lo que imaginaba- y por fin pude ver con mis ojos la increíble naturaleza de este monte, lleno de bichos y de vida.
Y bueno, después de conocer todo eso, hablando con unos amigos se me ocurrió de pensar que El Impenetrable, así como es, con todos sus habitantes y su naturaleza, tendría que ser declarado Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad. Porque la verdad es que nada tiene que envidiar a Venecia, Machu Picchu, el Gran Cañón o el Serengueti. A lo que voy es que este monte virgen, casi intacto por cientos de kilómetros, es algo único y extraordinario en el planeta, como única es su historia y sus culturas, criolla e indígena.
Es un universo paralelo: miles de kilómetros de caminos invisibles abiertos a golpe de hacha, un archipiélago de cientos de parajes que se parecen a los mundos de El Principito, una tierra mágica con sus reglas, sus cuentos y leyendas, una burbuja temporal donde el pasado y el futuro se encuentran y se mezclan generando algo impredecible. Este es el reino del polvo y de la chacarera, del quirquincho y de los curanderos, de los canastos de chaguar y de los lazos de cuero, del sol y de las coplas. .
Sería una lástima que quien tendría que reconocerla y protegerla, quisiera venderla por pocos pesos a los extranjeros. Quien llama a estas tierras "ociosas" o "despobladas", probablemente no las conoce bastante o no tuvo una mirada larga como para verlas con los ojos del futuro.
Pensar en hacer megaplantaciones de soja o de eucalipto acá en El Impenetrable, más allá de los evidentes riesgos ambientales, sería estúpido, como pensar de destruir Venecia para hacer una salina o arrastrar las Dolomitas para hacer mármoles o desmontar la Gran Muralla China para hacer ladrillos. Qué pena que una cultura tan compleja y rica de experiencia como la cultura criolla no sea reconocida a nivel oficial, y más, que sea considerada hija de la ignorancia y de la necesidad. .
La gente que habita El Impenetrable existe y existe su cultura, que tiene la misma dignidad de la italiana, la griega, la gitana, la tibetana, la japonesa, la maorí y todas las demás. Reconozco en quien hoy trabaja el cuero o el chaguar con pasión y conocimiento, el mismo arte que siempre animó la gente de mis tierras, día tras día, y que nos regaló obras de arte conocidas en todo el mundo.
Pero como quiero ser también más practico -porque sé que hay gente que sólo piensa en los números y no ve el arte atrás de la vida- quiero destacar algunas reflexiones que me surgieron mientras viajaba: .
Quien vive en el monte y en los campos no produce basura (reutilizan el 99% de lo que consumen con creatividad y ingeniosidad); la casi totalidad de su energía eléctrica proviene de fuentes renovables (casi todos los parajes tienen una o más pantallas solares -ni en Alemania, donde se producen, están tan difundidos-), construyen viviendas de arquitectura sostenible (casas con techo de tierra y pasto, sistemas de ventanas y paredes abiertas que permiten el reflujo del aire caliente a la noche -el famoso arquitecto Renzo Piano utilizó estas soluciones en el 2008 para construir la California Academy of Science y recibió el aplauso de la comunidad internacional… ¿y ellos?-); producen en su casa casi todo lo que comen (recién ahora en Europa se empieza a hablar de consumo ecosostenible sin trasporte de los alimentos).
Claro, también veo los problemas y lo duro que es la vida en el monte, pero lo que quiero decir es: estamos seguros de que sean ellos los que tienen que aprender de nosotros? ¿No será que es la gente que vive en las ciudades y en el "primer" mundo que tiene que venir a aprender un poco de ellos?
La mejor "inversión" que Argentina puede hacer en estas tierras es aceptar la existencia de los miles de pequeños productores que viven en el monte y entregarles los títulos que les corresponden por ley, dejando que sean ellos quienes construyan su futuro, un modelo diferente y único en el mundo, un ejemplo para inspirar a quienes en estos tiempos de crisis buscan soluciones a las paradojas de una economía globalizada.
Fuente: EVIDENCIAS/Marzo/2013/Año 8/ Nº 97/misión Nueva Pompeya/Chaco/Argentina.
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